Reproduzco a continuación el articulo de López Bulla, que merece una sosegada lectura y reflexiva digestión.
Desde que estalló el catacrac estaba esperando que Anás y Caifás hablaran con el recetario en ristre. Han tardado un poco pero, ciertamente, no han defraudado con sus propuestas de mancebo de rancias boticas de antaño. El presidente de la CEOE (Anás), que ya se había descolgado inicialmente con su reflexión de “congelar temporalmente la economía de mercado”, recupera una indocumentada vulgaridad y reclama “el abaratamiento del despido” para hacer frente a la crisis. El gobernador del Banco de España (Caifás) no quiere ir a la zaga y, a su vez, vuelve a plantear algo así como la eliminación de las cláusulas de revisión salarial. Lo más elemental que se puede decir de ambas personalidades es que no están a la altura de estas circunstancias.
El recetario de Anás y Caifás muestra palmariamente hasta qué punto se mantienen las inercias de unas propuestas que han formado parte de una ideología que es, en definitiva, la causante de este catacrac. Y, en lo atinente a Caifás, viene a demostrar que este caballero, Fernández Ordóñez, quiere hacernos creer que el origen de esta crisis está en la cuestión salarial: en los salarios de los demás, naturalmente. Pero no conviene sacar conclusiones apresuradas: lo que plantean ambos caballeros –sabedores del carácter de esta crisis— es algo más simple: vamos a ver si cuela. Pero, tengo para mí, que hay algo más en el fondo de las cosas…
Estas propuestas (sin duda, instrumentales) son, a la vez, la expresión de que no existe en España un tratamiento adecuado a cómo abordar esta crisis. De un lado, las ideas provincianas del Gobierno; de otro lado, el paquete de medidas que los agentes sociales y el mismo gobierno tienen en cartera para negociar. Así las cosas, lo que plantean Anás y Caifás es la lógica reacción: al simplismo de los primeros se corresponde la contumaz propuesta de los segundos. Digamos las cosas claras…
Cuando se habló de que se iniciaban las conversaciones (gobierno, empresarios y sindicatos) los nubarrones anunciaban temporal; se supone, por tanto, que todos ellos estaban convenientemente informados de que se estaba en vísperas de potente granizo. Sin embargo, el temario de asuntos a negociar parecía el de tiempos de normalidad. Esto es, un conjunto de retales para otra (mal llamada) reforma más o menos atemporal, que francamente poco tiene que ver con lo que está pasando y (mucho menos) con lo que puede pasar.
Así pues, la vulgaridad de las inaceptables propuestas de Anás y Caifás son, también, la expresión de la rutina (desfasada de la situación que tenemos encima) que muestran los contenidos de esta enésima reforma.
Publicado por Pepe Luis López Bulla en su blog.
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