
La Asamblea de Barcelona supone el primer impulso para el lanzamiento
del reforzamiento orgánico de CCOO. Luego a la vista de la evolución de
los acontecimientos, el 28 de septiembre, el Secretariado decide la
“sindicalización y la emisión del primer carnet, con lo que se inicia el
proceso de de afiliación y de constitución de las organizaciones
territoriales y de rama. La Coordinadora General, el 17 de octubre,
ratifica la constitución de la Confederación Sindical de CCOO.
Dice Julián Ariza en un reciente artículo, que el hecho de que la
Asamblea de Barcelona no fuera la que decidió crear la Confederación no
empequeñece un ápice que fue el punto de inflexión del movimiento de las
Comisiones Obreras a su organización como sindicato.
La Confederación tiene previsto dedicar este año y el próximo a
resaltar los diversos momentos históricos que precedieron a la creación
del sindicato de CCOO. En ese marco se ha desarrollado el pasado lunes
11 de julio en Barcelona una apretada jornada conmemorativa de aquella
Asamblea General.
Después de que, en abril de 1976, se celebrara el congreso de la UGT,
con autorización gubernamental, COOO solicitó permiso para reunir,
también en Madrid, una Asamblea General en la que participarían unos
2000 delegados. Los días señalados eran el 27, 28 y 29 de junio. Pero el
permiso fue denegado por Fraga Iribarne, vicepresidente del gobierno y
ministro de la Gobernación:
La organización ilegal llamada Comisiones Obreras ha anunciado públicamente, a través de algunos medios informativos, la próxima celebración de un congreso nacional y, en otro orden de propósitos, la emisión de bonos para subvenir las necesidades organizativas de la entidad. Dado que a la vista de la jurisprudencia del Tribunal Supremo, las Comisiones Obreras son consideradas instrumentos del Partido Comunista de España, el Ministerio de la Gobernación se ve precisado a desautorizar dicho pretendido congreso y la emisión de cualquier título-valor de aquella organización, para lo cual ha cursado las pertinentes instrucciones prohibitivas.
Esa decisión se inscribía en el propósito de mantener a la moribunda
OSE franquista (que había sido derrotada en los centros de trabajo en
las últimas elecciones sindicales de 1975 por las candidaturas
democráticas) al menos hasta encontrar una salida que no pasara por el
predominio de CCOO.
Era lógica esa actitud de don Manuel (demócrata de toda la vida) pues
CCOO había capitaneado la “galerna de huelgas” entre diciembre del 75 y
marzo del 76 que estaba a punto de echar a pique la operación
continuista del gobierno de Arias y Fraga. El 3 de julio el rey nombró
presidente a Adolfo Suarez quien, empujado por las movilizaciones
populares, abandonaría sus propósitos gradualistas y terminaría por
negociar con la oposición democrática la “ruptura pactada” para
desmontar el Régimen.
Comisiones Obreras siguió adelante con los preparativos de la Asamblea, y decidió hacerla en Barcelona reduciendo el número de participantes a la cifra de 650. En todas las zonas se eligieron delegados en asambleas con mucha participación, muchas ellas precedidas de asambleas en las empresas y coordinadoras de ramas.
Comisiones Obreras siguió adelante con los preparativos de la Asamblea, y decidió hacerla en Barcelona reduciendo el número de participantes a la cifra de 650. En todas las zonas se eligieron delegados en asambleas con mucha participación, muchas ellas precedidas de asambleas en las empresas y coordinadoras de ramas.
En Madrid, la iglesia de la Fuensanta albergó a dos mil representantes,
que ratificaron la composición de la delegación madrileña. La policía
que había rodeado la iglesia no se atrevió desalojarla. Allí hablaron Marcelino Camacho, Tranquilino Sánchez, José Torres, Adolfo Piñedo, Jerónimo Lorente, Javier García y Paco García Salve.
En el País Vasco, donde había dos coordinadoras de CCOO, la CONE y la
CECO, se aceleró el proceso de unidad de cara a la Asamblea General que
ésta se plasmaría a la vuelta de Barcelona constituyendo las Comisiones
Obreras de Euskadi (COE).
La CONC de Cataluña había solicitado permiso para reunirse en el
Palacio de Deportes de Barcelona pero al no autorizarse se hizo el 17 de
junio en una iglesia de Hospitalet de Llobregat, con una asistencia de
1200 trabajadores. Hablaron en el acto algunos de los más destacados
líderes catalanes como Cipriano García, José Luis López Bulla, Agustí Prats, Paco Frutos o Esteban Cerdán.
El 20 de de junio se hizo en Pontevedra la V Asamblea Nacional de CCOO
de Galicia con 300 delegados. El 2 de julio en la iglesia de Roces
(Gijón) se reunió la Asamblea Regional de Asturias, previa a la
nacional, contando con más de 700 delegados. El 22 de junio en
Valladolid, con 300 delegados. En Gran Canaria, el 3 de julio, 150
delegados aprobaron la creación de un organismo unificador del
archipiélago, la Comisión Obrera Canaria. Y también en Sevilla (donde
entre otros serían delegados Fernando Soto, Eduardo Saborido, Paco Acosta y Fernando Zamora), Zaragoza, Valencia…
Aunque Fraga ya no era ministro no se confiaba en que su sustituto,
Rodolfo Martín Villa, hiciera la vista gorda por lo cual se tomaron
medidas para que al menos la policía no detectara la reunión antes de
que esta comenzara.
La llegada de los delegados fue bastante accidentada, con muchas
averías en las carreteras. Otros no llegaron: de hecho la cifra de
delegados presentes fue inferior a la prevista. El Secretariado había
acordado, en previsión de que hubiera detenciones, que varios de sus
miembros permanecieran en un local aparte durante la sesión de la
mañana.
La Asamblea se celebró en un local anexo a la iglesia de Sant Medir, en
el barrio de Sants, en una sala escasa de metros y sobrada de
temperatura:
El calor asfixiante, obligó desde el comienzo a numerosos delegados a despojarse de camisas y otras prendas accesorias, y unido a los dos potentes focos situados frente al escenario en que se hallaba la mesa presidencial, creó a veces un clima de galería de mina, de sala de fundición. El sudor, las voces enronquecidas por la sed y el murmullo colectivo, las pancartas alusivas a Comisiones Obreras y a luchas concretas como la de Motor Ibérica, contribuyeron a recrear para muchos, en este momento de transición histórica, el espíritu genuino, fundacional de Comisiones Obreras…Debates y votaciones incluidos. (GDS, nº 62-63, julio-agosto, 1976. Separata).
En efecto, hubo tensiones, gritos, algunas caídas, empujones… pero la
discusión pudo llevarse a cabo (¿qué habrá sido de la cinta que unos
jóvenes filmaron?). El moderador de la Asamblea, Cipriano García,
propuso diez puntos pero los que polarizaron las discusiones fueron dos
que estaban muy relacionados. El punto 3 sobre “reforzamiento
organizativo” cuyo ponente fue Juan Muñiz Zapico “Juanín” y el punto 7 sobre la alternativa y la unidad sindical del que fue ponente Julián Ariza.
La cuestión era esta: en enero de 1976 CCOO mediante un Anteproyecto de
“Manifiesto de la Unidad Sindical”) concretó una propuesta de Congreso
Sindical Constituyente para crear una central unitaria y evitar que el
Sindicato Vertical fuera sustituido por la división de los trabajadores
en múltiples organizaciones:
Planteada la ruptura democrática en lo político, y siendo el Sindicato Vertical uno de los pilares del sistema franquista, es evidente que la ruptura abarca también el orden sindical. El periodo constituyente en lo político debe tener su paralelismo en lo sindical, si bien con sus ritmos y sus formas específicas.
CCOO en su primera Declaración “Ante el futuro del sindicalismo” de
enero de 1966 se había pronunciado por la creación de una central única e
independiente, e igualmente en 1967 ante el proyecto de Ley Sindical.
Pero mientras antes se trataba de denunciar el inmovilismo de la OSE, en
1976, en plena batalla por el cambio político, se partía del
reconocimiento de otras organizaciones como UGT y USO a las que se
invitaba a coorganizar el proceso de creación de una central sindical
nueva en paralelo a la recuperación de las libertades democráticas:
En un párrafo “algo” sectario para ser un manifiesto por la unidad, se
afirmaba que la pluralidad es negativa:
Ninguna organización que aspire a enraizar entre los trabajadores preconiza hoy el pluralismo sindical. Defenderlo públicamente es condenarse al descrédito y el aislamiento. Aunque no se negaba la pluralidad como derecho, esas líneas explicaban en negativo las ventajas de la unidad y la UGT se aferró a ellas para acusar a CCOO de defender un monopolio sindical y enfatizó en su congreso de abril la defensa de la libertad y la pluralidad.
Parecía que CCOO había tomado nota de la negativa de UGT a la unidad orgánica:
Sabíamos que la UGT no era partidaria de la unidad sindical, ni de ir a un congreso constituyente de un sindicato unitario y plural, con corrientes. La celebración de su XXX Congreso había sido el mejor ejemplo de ello. Pero insistimos en los contactos con USO, UGT, ELA y avanzamos hacia la COS (Coordinadora de Organizaciones Sindicales) como última solución para conseguir al menos cierto grado de unidad de acción (Marcelino Camacho: Confieso que he luchado, p. 442).
La decisión de UGT era tan firme que incluso en la primera reunión para
discutir la creación de lo que sería la COS puso por escrito la
condición de que en ningún momento puede ser considerado este organismo
unitario como una estructura orgánica a partir de la cual se vaya a
construir la unidad orgánica de la clase trabajadora.
Fueron numerosos los mensajes que le llegaron al secretariado general para que se aparcara la idea (sin renunciar a la unidad como principio) del Congreso Sindical Constituyente y se comenzara ya a montar el sindicato de CCOO.
Nicolás Sartorius ha contado como incluso el líder de la CGIL italiana Luciano Lama les advirtió de que era un error esperar más. También la dirección del PCE aconsejó que CCOO pasara de movimiento a sindicato.
Durante la “guerra fría” en ningún país los socialistas habían aceptado
participar en un sindicato junto a los comunistas, salvo que estos
(como en Inglaterra, Alemania, Suecia, etc.) fueran claramente
minoritarios. Pero los dirigentes de CCOO esperaban aún convencer a UGT
de que era una ocasión única para salir de la dictadura con un
movimiento obrero fuerte y unido y por ello mantuvieron la propuesta de
unidad en Barcelona.
El libro Asamblea General de CC.OO. Barcelona 1976, elaborado por el
equipo de redacción de GDS y publicado por Editorial Laia, recoge un
amplio resumen de los debates en la Asamblea. Antonio Gutiérrez,
delegado por Valladolid, futuro secretario general de CCOO iba en la
dirección apuntada antes: No podemos dejarnos llevar por romanticismos
políticos. Todos estamos por construir el sindicato lo antes posible, lo
mejor posible y en su momento justo.
De todas formas los acuerdos que se adoptaron en Barcelona reforzaron
notablemente a CCOO y con la emisión de un millón de bonos (el
pre-carnet sindical) se vinculaba ya individualmente a quienes optaban
por CCOO.
A raíz de la Asamblea salieron de CCOO dos tendencias “maoístas”, la
ORT y el PTE, que abandonaron alegando que la central unitaria había que
crearla ya y desde las empresas sin esperar a UGT. Al final esos grupos
no crearon una central unitaria como propusieron en Barcelona, sino dos
pequeños sindicatos “unitarios” por falta de entendimiento entre ellos,
que tendrían poco recorrido. Otras corrientes minoritarias como el MC,
la LCR o el PSP se quedaron. Sin embargo fue una pena que, por el
interés partidista, tuvieran que irse de CCOO militantes valiosos de
ORT, como Luis Royo o Mari Carmen Fraile que habían estado desde la fundación del movimiento.
En las conclusiones Marcelino sintetizó la decisión de agotar las
posibilidades del Congreso constituyente pero yendo a la vez, y en un
plazo breve a un congreso de CCOO para tomar la decisión definitiva.
Al menos hubo una breve unidad de acción en la COS (CCOO, USO y UGT).
Se creó el 22 de julio de 1976, sería presentada públicamente en Madrid
el 11 de septiembre, convocaría una importante jornada de huelga el 12
de noviembre (contra la congelación salarial, por la amnistía y por las
libertades) y se disolvería, por abandono de UGT, en marzo de 1977.
El verano de 1976 se hizo demasiado largo para CCOO. En septiembre las
posibilidades reales de acordar un proceso consensuado para crear una
central verdaderamente unitaria eran nulas. CCOO corría el riesgo de
quedar retrasada por las dinámicas de afiliación de trabajadores
abiertas por UGT, USO, ELA-STV y los sindicatos nuevos SU y CSUT. Aunque
la campaña de reforzamiento organizativo de CCOO marchaba muy bien y se
estaban creando coordinadoras estatales de rama de CCOO y distribuido
más de 900.000 bonos, eso ya no era suficiente. Lo que no se quiso
aprobar en Barcelona, muy pocos meses después se convirtió en urgente.
El día 28 de septiembre el pleno del Secretariado de CCOO acordó
proponer a todas las CC.OO. y trabajadores la “sindicalización” de CCOO,
que debía de ratificar el órgano máximo, la Coordinadora General.
El día 17 de octubre de 1976 la Coordinadora General, lo aprobó en la
reunión celebrada en el local de los abogados de la calle de Atocha, 55,
tercera planta, en Madrid. Lo órganos de dirección tuvieron que
adaptarse: Marcelino Camacho, desde la Asamblea de Barcelona
“responsable del Secretariado” pasó a ser Secretario General.
El movimiento de trabajadores surgido tras las grandes huelgas de 1962 y
que había celebrado su “1ª Asamblea Nacional” en una finca de Aravaca
(cedida por el conde de Motrico) en junio de 1967, se transformaba en
Sindicato (entonces y ahora el principal del país) con el nombre de Confederación Sindical de Comisiones Obreras,
en el mismo lugar donde pocos meses después la ultraderecha cometería
el asesinato de los compañeros laboralistas conocido como la “matanza”
de Atocha.
Artículo publicado el 14 de Julio en diario digital Nueva Tribuna
Juan Moreno (Medina de las Torres, Badajoz), es miembro del Consejo Asesor de la Fundación 1º de Mayo
Juan Moreno (Medina de las Torres, Badajoz), es miembro del Consejo Asesor de la Fundación 1º de Mayo