Las fundaciones 1º de Mayo (CCOO) y Francisco Largo Caballero (UGT)
presentan una propuesta conjunta sobre la necesidad de transformación
profunda de nuestro modelo productivo, partiendo de análisis, propuestas
e informes que ambas fundaciones han realizado.
El documento consta, en primer lugar, de un análisis de la evolución de la economía española en los últimos quince años (1996-2011) y de él se extrae un diagnóstico que muestra la fragilidad del actual modelo productivo y la necesidad de su transformación en una perspectiva de desarrollo sostenible, considerando tanto a corto plazo la crisis económica que estamos viviendo, como a medio y largo plazo los desafíos medioambientales que afectan al conjunto del planeta. Los indicadores sociales y medioambientales que se manejan en esta parte del informe ponen de manifiesto que nuestro actual modelo de crecimiento es socialmente generador de crecientes desigualdades y ecológicamente insostenible. Por tanto los ejes que definen un nuevo modelo productivo deben ser:
• Luchar contra las desigualdades de todo tipo, teniendo en cuenta que actualmente 84 millones de ciudadanos europeos viven por debajo del umbral de pobreza, que la distancia entre ricos y pobres sigue agrandándose (el 17% de los trabajadores europeos cuentan con un salario mensual inferior al 60% del salario medio nacional, es decir son trabajadores pobres), y también la distancia en la remuneración entre los dirigentes de las grandes sociedades y los asalariados medios. Los salarios representan un porcentaje decreciente del producto interior bruto en la mayor parte de los países de la UE. En España la remuneración de los asalariados ha pasado de representar el 53,1% del PIB en 2006, antes de la crisis, al 51,4% en el primer trimestre de 2011.• Avanzar hacia una sociedad baja en nivel de carbono. Es imprescindible limitar a dos grados el aumento del calentamiento global de la tierra, y sobre esta base alcanzar los objetivos post-Kyoto, entre ellos, una reducción de emisiones de CO2 del 20%, un 20% de ahorro energético y un 20% de energías renovables en 2020.
En segundo lugar se plantea cuáles deben ser los objetivos del nuevo modelo productivo a partir de los retos sociales, medioambientales y productivos que debe afrontar, teniendo en cuenta que las medidas que promuevan la igualdad social y el desarrollo sostenible han de ir en la dirección de la creación de empleo de calidad, en la consolidación de la seguridad social y los derechos sociales y laborales, en el reforzamiento de la negociación colectiva y del diálogo social, hacia una mayor participación de los trabajadores en las empresas, en la preservación de los servicios públicos, y en el desarrollo de sistemas fiscales más justos y redistributivos. Todo ello, en el objetivo de mantener lo que ha sido y tiene que continuar siendo la seña de identidad del modelo social europeo, el Estado de Bienestar. Por eso, el modelo productivo deberá tener en cuenta:
• Los retos sociales, entre los que se hace especial hincapié en la reforma de la Fiscalidad y la consolidación del Estado del bienestar, la modernización de las relaciones laborales y la democratización de la gestión empresarial.
• Los retos medioambientales. Se analizan los sectores emergentes y apuestas de futuro de la economía española, haciendo especial hincapié en las energías renovables, la rehabilitación energética de edificios y viviendas y la movilidad sostenible.
• Los retos productivos en los que se plantea recuperar una auténtica Política industrial, el impulso de la investigación e innovación tecnológica, la educación y la formación profesional, reformar el sistema financiero.
Para ello hay que cambiar radicalmente los instrumentos:
• En la fiscalidad (mediante una reforma en profundidad que incluya una tasa de carbono); en la política de transportes (impulsando el transporte ferroviario y marítimo); en la producción, distribución y consumo sostenibles; en las políticas industriales; en las políticas sociales y de empleo (para que la transición hacia los nuevos empleos verdes se produzca desde la perspectiva de una “transición justa”); en la lucha contra el dumping social, fiscal o medioambiental; y en la propia manera de medir el crecimiento y el bienestar, pues el PIB no mide la cohesión social ni la degradación medioambiental.• La temporalidad de las estrategias. De unas estrategias de corto y medio plazo (3-10 años) habría que pasar a estrategias de transformación que se tienen que consolidar en el medio y largo plazo (10-40 años), lo que exige recuperar de nuevo para la política una de sus funciones principales: su capacidad de planificación. Esto es la democracia prospectiva.• Un enfoque competitivo por otro cooperativo, tanto en el ámbito de la política como en la economía y en las empresas, que es lo que demandan los desafíos ecológicos y sociales, como el cambio climático, la crisis alimentaria o los flujos migratorios.
Un último apartado de conclusiones resume el documento.
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