Ha logrado el liderazgo del mayor sindicato de este país por la mínima, por apenas 28 votos que logró arrebatarle a su antecesor en el cargo. Tal vez por eso, el nuevo líder de CCOO se muestra conciliador con sus adversarios. Dice que su organización no necesita resituarse a la izquierda y que tomarán las calles si se ven amenazados los puestos de trabajo.
Menuda sorpresa su elección como líder de CCOO por sólo 28 votos de diferencia con Fidalgo. ¿Tan dividido está el sindicato?
Respuesta.- Comisiones Obreras no está dividido, y no lo digo por voluntarismo, sino porque creo conocer la organización y espero que una vez pasada la resaca del congreso el sindicato volverá a manifestarse sin demasiadas fisuras. No hay que perder de vista que el programa de acción se aprobó por una amplísima mayoría, sólo con un voto en contra, lo que significa que el sindicato quiere que nos entendamos, y debemos hacerle caso. P.- Algunos le han acusado a usted de traición a Fidalgo, de cuyo equipo formaba parte... R.- En absoluto. Yo no he traicionado a nadie, simplemente tengo una forma de entender el sindicato distinta a la que ha primado en esta etapa. Pero he procurado no ser estridente en mis desencuentros, porque soy leal con los espacios y la ejecutiva en la que estaba integrado. P.- ¿Va a hacer un giro a la izquierda, porque entiende que CCOO se había derechizado? R.- CCOO está situada en la izquierda, pero necesita un cierto giro a la realidad en el sentido de estar más presente con los problemas de la gente en la sociedad y transmitir una imagen de mucha más cercanía. Pero no estamos planteando la revisión ideológica o de estrategia del sindicato, en absoluto. P.- El nuevo líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, dice que la crisis dará otra oportunidad a las tesis marxistas. ¿Lo comparte? R.- Marx es una referencia, pero no en la actualidad. Hay que buscar las referencias actuales en la superación de Marx y tenemos autores y pensadores más próximos que pueden ser referencias más útiles para el momento. Marx no es el libro de cabecera en estos momentos. P.- Hay quien piensa que con la que está cayendo, los sindicatos se han vuelto acomodaticios, casi sumisos al Gobierno. ¿Es cierto? R.- Puede haber esa percepción por quien no sigue de cerca la vida de los sindicatos. Yo no lo veo así, en absoluto. Lo que ocurre es que el sindicato actúa en las fases de crecimiento económico de una manera y tiene que hacerlo de otra distinta sin perder el sentido de la racionalidad en fases de crisis aguda como la que vive la España del año 2008 y que probablemente se amplificará en el año 2009. Nuestra actitud ahora debe ser distinta. P.- ¿En qué sentido? ¿Habrá más movilizaciones en la calle? R.- Bueno, tomar las calles tiene que tener un sentido. Y en estos momentos no se dan las circunstancias que aconsejen sacar a la gente a la calle. Soy más partidario de negociar hasta la extenuación alrededor de propuestas que, junto con las que aporten otros actores -fundamentalmente el Gobierno y las organizaciones empresariales-, permitan a este país encontrar vías de salida o al menos de minimización de los efectos de la crisis. Dicho esto, si es necesario salir a la calle con la gente que ve amenazado su puesto de trabajo o que lo ha perdido y necesita encontrar una expectativa de empleo, lo haremos. P.- ¿El diálogo social inmuniza a Zapatero de una huelga general como la que han vivido todos los presidentes en este país? R.- El presidente del Gobierno dijo en nuestro congreso que no actuaría desde el BOE para recortar los derechos laborales, o para impulsar congelaciones salariales, o para recortar la protección social. Si eso es así, y sé que las palabras se las puede llevar el viento, no alcanzo a ver las razones que llevarán a una ruptura abrupta en la relación con el Gobierno. Si no, nosotros le hemos hecho cuatro huelgas generales a gobiernos socialistas en 14 años, y una al PP en ocho años. Personalmente, no añoro una huelga general, pero Zapatero no es inmune a una huelga general si no cumple lo prometido. No estamos en la época de las barricadas pero no bajaremos la guardia. P.- ¿Si no cumple exactamente qué? ¿Qué condiciones tendrían que darse para que CCOO convocase una huelga general? R.- Hay unas cuantas líneas rojas que convendría que no se intentaran traspasar, aprovechando la marea de la crisis. Una, la reforma laboral que tratase de flexibilizar todavía más el despido de lo que ya lo está, abaratando el coste del mismo o introduciendo formas de contratación dudosas. O que alguien intentara erosionar nuestro sistema de Seguridad Social, que se produciría si se atendiera a alguna demanda que he escuchado de las organizaciones empresariales de reducción sustancial de las cotizaciones empresariales. P.- Vamos, que el diálogo social no es el bálsamo que todo lo cura. R.- El diálogo social no lo puede todo. Nosotros tenemos voluntad de acuerdo, pero quiero dejar patente que CCOO va a estar en la calle, con la gente, cuando tengan problemas. P.- ¿Qué le parecen las medidas anticrisis de Zapatero? Porque hay muchas, pero por el resultado no son demasiado efectivas. R.- Hay de todo. Hay mucho humo, hay medidas erráticas, hay planes que corrigen planes anteriores y hay alguna que si se desarrolla puede tener alguna efectividad. Sea como fuere, nosotros no le damos a Zapatero un cheque en blanco en absoluto. El sabe que no lo ha tenido en ningún momento. Vamos a trabajar con voluntad de resolver los problemas, pero muy atentos a que se tomen medidas efectivas. P.- El ministro Corbacho ha dicho que es intolerable que la gente se jubile a los 48 años. ¿Lo comparte? R.- No estoy de acuerdo con que las plantillas de empresas se corten por la edad. Es tremendamente injusto, porque el nivel de conocimientos acumulados por las personas es una herramienta de productividad de primera magnitud, difícilmente sustituible. Dicho esto, el mecanismo de la jubilación anticipada nos ha permitido resolver muchos problemas. No debe ser la norma, pero esa válvula de seguridad debe estar a disposición y ser utilizada. P.- ¿Están dispuestos a revisar la figura de los liberados, que tanto rechazo provocan porque se cree que trabajan poco? R.- Niego la mayor. La inmensa mayoría de las personas liberadas, aunque no me gusta esa denominación, es gente que viene de sus empresas y que está vinculada a ellas. Creo que los liberados son muchos menos de los que la ley permitiría disponer, y no creo que haya una utilización abusiva de un recurso que, por otra parte, es consustancial con el desarrollo de nuestro modelo de libertad sindical. Y el día que esto desapareciera se echaría en falta. P.- Quienes estarán contentos con el Gobierno son los bancos. Primero, esas ayudas millonarias, y ahora, los aguinaldos fiscales. ¿No es excesivo? R.- Sí, son aguinaldos sustanciosos. Creo que la disposición de líneas de ayuda a las entidades financieras puede tener un sentido, pero debería tenerlo a partir de las contrapartidas que las entidades estén dispuestas a dar para justificar esos recursos a su disposición. Tienen que facilitar el acceso al crédito a las empresas y a las familias, que están altamente endeudadas, por las hipotecas de las viviendas. Sólo si se da esa doble actuación, hacia las empresas y las familias, estaría justificado que el Estado pudiera seguir abriendo esa vía de financiación. Y, si no, habría que cortarlo. P.- ¿Cree que esto tiene que hacerse con transparencia? ¿Deberíamos saber qué bancos y cajas acuden a este crédito? R.- Yo creo que sí debemos saberlo. Los recursos públicos son sagrados, y me parece que la transparencia es exigible y recomendable. La opacidad no ayuda a nadie, y no creo que la transparencia fuera a generar problemas a las entidades financieras. Porque, afortunadamente, la mayoría de las entidades financieras españolas está saneada. P.- ¿Y de los aguinaldos fiscales a los banqueros, qué me dice? R.- Es tremendo. Parece que los gobiernos socialistas tienen que pagar alguna especie de pecado original, no se sabe bien por qué, para atender a la banca. Los socialistas deberían tener la misma diligencia con otros sectores que tienen necesidades mucho más perentorias. De todas formas, últimamente esto parece el mundo al revés. Uno se lleva sorpresas como la de un presidente de la patronal pidiendo un paréntesis de la economía de mercado, algo así como que vamos a hacer comunismo por un rato. ¡Qué curioso! P.- Tampoco en el PP las cosas están para tirar cohetes. ¿Qué opinión tiene usted de Mariano Rajoy? R.- Pues que el hecho de haber perdido dos elecciones le ha complicado las cosas. Un partido nace para gobernar y cuando estás alejado del Gobierno durante un tiempo es normal que surjan tensiones que se trasladan en forma de pérdida de eficacia en la oposición. A mí Rajoy me parece una persona afable, inteligente, pero quien tiene que percibirlo es la gente que le tiene que votar. Y el PP no está transmitiendo las mejores sensaciones a la ciudadanía. P.- Y por si fuera poco, ahora está la financiación autonómica. ¿Zapatero podrá resolver el sudoku? R.- Probablemente sea necesaria una corrección en la financiación autonómica, pero eso exigiría un consenso fuerte y total. Y, en mi opinión, debe ser una solución multilateral, porque si no, se generan tensiones entre las CCAA y éstas con el Gobierno central. Hay que tener en cuenta la realidad de cada región, el marco competencial, qué asignación de competencias el Estado ha decidido que pasen por las CCAA y cuáles son. Pero estas cosas, que son muy sensibles, exigen acuerdos lo más amplios posibles. P.- La que salió encantada del encuentro en Moncloa fue Esperanza Aguirre. ¿Qué curioso, no? R.- Yo la escuché cuando habló tras su reunión en Moncloa y la vi encantada. Por una parte, me parece bien que no se produzcan más fricciones entre instituciones. Ahora, entiendo que ha dejado en una posición incómoda a su partido. P.- ¿Y qué le parece el numerito de Caja Madrid? Porque al final la presidenta quiere echar a Blesa... R.- El intervencionismo sobre las entidades, aunque sean públicas o semipúblicas, no es bueno. No se puede pregonar el liberalismo por las mañanas y por la noche tratar de intervenir. Y, sobre todo, lo que no es bueno es hacer leyes ad hoc para cambiar la situación cuando ésta no te gusta. Parece que la señora Aguirre quiere echar a Blesa de Cajamadrid. Nosotros creemos que Cajamadrid juega un papel de primer orden en la Comunidad autónoma, que convendría preservar. P.- ¿Qué le ha parecido que Solbes haya dicho más o menos que quiere jubilarse anticipadamente? R.- No es el momento más oportuno para anunciar que el vicepresidente económico quiere marcharse. Los mensajes deberían ir, sobre todo de quien tiene una responsabilidad tan importante, orientados a dar confianza a la ciudadanía. Y Solbes intranquiliza.Una entrevista de / ESTHER ESTEBANEl Mundo
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