Al éxito de la huelga general del 29-S tenemos que añadir el 1.400.000 personas que en total participación en las manifestaciones celebradas durante la jornada. En Extremadura salieron a la calle miles de personas distribuidas por las manifestaciones y concentraciones que salpicaron el mapa de la región.
Los secretarios generales de CCOO y UGT, calificarondo la jornada de huelga general de "éxito indudable e indiscutible", - "somos una enorme multitud a lo largo y ancho del país", señaló Méndez -y siguieron exigido al Gobierno que rectifique su política económica y dé marcha atrás en su reforma laboral.
"Habéis protagonizado el éxito indiscutible de la huelga", comenzó Toxo su intervención ante los congregados en la Puerta del Sol, "no sé qué dirán mañana los medios de comunicación pero las crónicas del futuro dirán que sois los protagonistas de un grito de libertad, de democracia, contra la resignación". "Este no es el éxito de los sindicatos, es el éxito de la sociedad española", ha añadido.
"No nos resignamos a perder el futuro", ha manifestado Toxo, quien ha afirmado que "si el Gobierno quiere suicidarse", por no rectificar, "es su problema". Eso sí, que "no nos cuenten cuentos", ha dicho el secretario general de CCOO, "la alternativa no es la derecha, que mire a la izquierda", de la que. "aquí hay una representación muy digna", ha aseverado en relación a IU y a su coordinador general Cayo Lara, presente en la manifestación entre otros dirigentes de la formación de izquierdas, para el que también ha tenido palabras de agradecimiento por su apoyo el secretario general de UGT, Cándido Méndez.
"La huelga va a tener su correspondencia en rectificación", ha asegurado Toxo, quien, después de recordar al recientemente fallecido Labordeta y mandar ánimo y solidaridad a los mineros en lucha de Asturias, Castilla y León y Aragón, ha reiterado e insistido en que "una ley se cambia con otra ley", antes de cerrar su intervención con un ¡adelante, hemos ganado la huelga. Ahora hay que ganar el futuro".
No quiero dejar de incluir la opinión de Antonio Gutierrez en esta entrada, me parace un texto magnifico para la reflexión, la seneridad y el análisis.
La opinión de Antonio Gutiérrez tras la huelga.(El País 30-8-09)
El éxito de una huelga empieza a medirse con su amplitud, que evidencia el conflicto social que motivó su convocatoria, pero culmina cuando se alcanzan soluciones negociadas entre las partes en conflicto. Es decir, el riesgo mayor siempre lo corre quien tiene que remover una injusticia enfrentándose a ella, mientras que su triunfo solo lo será si puede compartirlo con quien provocó la desavenencia; y si la huelga ha sido general, los beneficiarios de su éxito final terminarán siendo casi todos, incluidos muchos de sus detractores. Esta es, muy resumidamente, la historia de todas las huelgas y esperemos que también lo sea de la de ayer. De momento ya se ha constatado la primera premisa, puesto que con el respaldo obtenido, CC OO y UGT han demostrado la razón que les asistió al convocarla; mal que les pese a los que se deslizaron las vísperas del 29-S del análisis político, que requiere de datos reales, al psicoanálisis amateur, que se nutre con conjeturas. Si la humildad que acompaña a la inteligencia se abre hueco entre la vanidad que rezuman los que se precian de listos, tal vez pueda reconocerse ahora que una huelga general no es un artificioso juego entre cínicos que camuflan sus respectivas debilidades poniendo en danza a trabajadores e instituciones.
Los sindicatos llamaron a la huelga para responder a una injusta degradación del empleo y de los derechos laborales, y no solo para prevenir otras contrarreformas que flotan en el ambiente; no tenían ninguna cara que lavarse puesto que nunca se la habían ensuciado por no haber convocado la huelga cuando al estallar la crisis el Gobierno reforzó la protección social y su presidente afirmaba rotundo que "...de la crisis no se saldrá debilitando los derechos sociales sino reforzando el aparato productivo".
Los sindicatos llamaron a la huelga para responder a una injusta degradación del empleo y de los derechos laborales, y no solo para prevenir otras contrarreformas que flotan en el ambiente; no tenían ninguna cara que lavarse puesto que nunca se la habían ensuciado por no haber convocado la huelga cuando al estallar la crisis el Gobierno reforzó la protección social y su presidente afirmaba rotundo que "...de la crisis no se saldrá debilitando los derechos sociales sino reforzando el aparato productivo".
Tampoco hay ningún designio fatalmente irreversible que impida negociar cambios en la reforma laboral ni que al hacerlo se revuelvan contra España los inversores internacionales. Si acaso querrán hacerla irreversible los patronos que al día siguiente de su publicación en el BOE retiraron expedientes de regulación de empleo para proceder a despedir directamente a buena parte de sus efectivos; o los despachos laboralistas de empresas que han inspirado esta reforma y vislumbran el robustecimiento de sus carteras de clientes en la medida que estos quieran aligerar sus plantillas, a quienes les saldrá más barato despedir pero buena parte de lo que se ahorren en indemnizaciones por despido se lo tendrán que gastar en la minuta de sus asesores para que les preparen cabalísticos informes pretextando la previsión de pérdidas en sus empresas y puedan imponer los "despidos preventivos" que la reforma entroniza en nuestro ordenamiento laboral.
Que persista el conflicto social, aunque sea latente, es el peor mensaje que nuestra economía puede remitirle a empresarios propios y foráneos. Por el contrario, valorar que pese a todo en España se firmó en febrero y se mantiene para los próximos tres años un acuerdo de moderación salarial, del que no dispone ningún otro país europeo y que se asegurará aún más esa certidumbre sobre la evolución de los costes laborales superando este grave desencuentro con acuerdos correctores de la reforma laboral, es la mejor manera de atesorar la confianza en el empeño del Gobierno y de los agentes sociales por superar la crisis, con renovadas bases para el crecimiento y la competitividad de nuestra economía. Después de la huelga solo habría que poner contra las cuerdas a quienes pretendan sabotear la cristalización, cuanto antes, de este empeño.
Antonio Gutiérrez Vergara