Fidalgo remite una carta al Secretario General de la Confederación Sindical Europea de pidiendo que se organice una respuesta sindical contundente en toda Europa.
La carta de Fidalgo se produce ante los avance de las ideas más conservadoras y el desconcierto generalizado de las posiciones progresista de la Unión Europea. En el contenido de la carta el líder de CCOO precisa que lo aprobado sobre tiempo de trabajo supera las peores previsiones configurando un panorama de serios ataques al derecho laboral europeo y al papel de los sindicatos y de la negociación colectiva: consagra el peor modo de superar el “•opt-out” de una nación a una norma -la generalización a todos los países del contenido regresivo de la excepción nacional-; abre una ancha vía para hacer del acuerdo individual un instrumento básico de regulación de las condiciones de trabajo por encima de los convenios colectivos; y establece unos topes, para las anchas excepciones al límite general de 48 horas semanales, intolerablemente elevados: de 60 a 65 horas semanales, o incluso superiores, según se apliquen los periodos de referencia.
En su carta, Fidalgo le pide al responsable de la CES la organización de una respuesta contundente que debería estar basada en tres elementos: plantear la derogación de la Directiva si el Parlamento Europeo no logra eliminar del texto las excepciones al límite de 48 horas semanales; incorporar nuestro rechazo como componente europea de los objetivos de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que CSI/ITUC ha convocado para el 7 de octubre; y planificar una presión combinada de la CES y las centrales nacionales ante los eurodiputados, los gobiernos nacionales y la Comisión Europea para modificar sustancialmente, o bloquear la directiva en el procedimiento de conciliación Consejo-Parlamento que ahora se abre.
“Creemos que va a ser imposible conciliar las posiciones del Consejo Europeo con las de un Parlamento que defendiera algo aceptable para la CES. Por eso pienso que hay que empezar a hablar de derogación en el caso de que la Directiva fuera finalmente aprobada. En las presentes circunstancias, una norma europea sobre jornada de trabajo como la aprobada por el Consejo o parecida, no representa ninguna ventaja y sí bastantes peligros para los trabajadores de cualquier país europeo. Es preferible que no haya ninguna”, concluye Fidalgo.
La situación social e ideológica de Europa precisa de posiciones claras por parte de la izquierda europea y ello incluye avanzar hacía nuevas ideas que permitan una calidad de vida no solo en Europa sino globalizada. En este contexto es necesario rearmar de valores a la población, promoviendo estilos de vida sostenibles.
Con noticias provenientes de Europa como la que comentamos, es lógico que los ciudadanos europeos se escandalicen, encontrándonos rechazo popular el proceso de construcción europeo, como lo sucedido recientemente en el referéndum de Irlanda.
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