lunes, septiembre 08, 2014

8 de Septiembre de 2014. Extremadura.


Hace 29 años que la celebración del "Día de Extremadura" es un acontecimiento que forma parte de la biografía identitaria de muchos extremeños y extremeñas que por aquellos años apenas alcanzábamos los 20 años.




Los dos primeras ediciones -en el 85 y 86- se celebraron en Guadalupe. Los ayuntamientos facilitaban autobuses y la organización incluía comida comunitaria.


La ilusión de quienes participábamos era tremenda, los símbolos se estrenaban de manera multitudinaria: el himno, la bandera, la exaltación de los mismos... ¡Todo un acontecimiento!

En el año 1987 la celebración se traslada a la plaza de Trujillo, donde comienza a cambiar y a normalizar la festividad: fiestas, discursos y reivindicaciones. Participar en estas expresiones era compatible, -cómo olvidar los fuegos de artificio sincronizados sobre el Castillo-.

En 1993 el acto institucional se traslada al Teatro Romano de Mérida, donde todo era más simbólico, más político, también con actuaciones políticas y artísticas memorables.

Mucho vivido y sentido en estos 29 años de "identidad", para reconocerme en muchas identidades y símbolos. Este año 2014 estaba con quienes se manifestaban para exigir Pan, Trabajo y Techo, lo mismo que soñaban los cabreros torniegos rodeados de lobos en la sierra en los años 40. 

Hoy los lobos son distintos, aún más fieros, mortíferos y globales. Para hacerles frente hay que seguir construyendo chozos colectivos desde donde continuar luchando.

El 8 de Septiembre de 2014 mi bandera es la imagen del chozo de la sierra de El Torno donde mi padre cuidaba las cabras en los veranos (desde los 10 añitos). Mi himno el romance de la Loba Parda que cataban con las gaitas que ellos mismos se construían, junto al fuego tras reunirse y hablar de sus cosas. En ocasiones su mirada se alzaba hacia el cielo limpio y estrellado, donde la vía láctea les mostraba un camino: Siempre alerta para que la loba parda no se llevara la chiva recién nacida.

Con el Romance de La Loba Parda, tienen los pastores de mis tierras el mérito de haber creado el más bello y emotivo romance pastoril español. Su popularidad es inmensa y su área de difusión cubre tantas leguas, como territorio de cañadas recorrieron los pastores extremeños y los que nos visitaban en sus trashumancias.

En mis sierras del Valle del Jerte, del Valle del Ambroz, de la Vera, de las Hurdes o Sierra de Gata; como en las de Avila, Toledo, Salamanca, Zamora, León, o la Rioja, sigue resonando en las noches de primavera y verano, al lado de las fogatas imaginarias y bajo el manto de estrellas infinito.

Romance de La Loba Parda

Estando yo en la mi choza 
pintando la mi cayada, 
las cabrillas iban altas 
y la Luna rebajada; 
mal barruntan las ovejas 
no paran en la majada.

Vi de venir siete lobos 
por una oscura cañada; 
venían echando suertes 
cuál entrara en la majada.

Le tocó a una loba vieja, 
patituerta, cana y parda
que tenía los colmillos 
como puntas de navaja.

Dió tres vueltas al redil 
y no pudo sacar nada 
y la otra vuelta que dio 
sacó la borrega blanca:
hija de la oveja churra
nieta de la orejisana, 
la que tenían mis amos 
para el domingo de Pascua.

—Aquí, mis siete cachorros; 
aquí, perra trujillana 
aquí, perro de los hierros, 
a correr la loba parda.

Si me cobráis la borrega 
cenaréis leche y hogaza 
y si no me la cobráis 
cenaréis de mi cayada.

Los perros tras de la loba 
las uñas se esmigajaban 
siete leguas la corrieron 
por unas sierras muy agrias; 
al subir un cotarriro 
la loba ya va cansada.

—Tomad, perros, la cordera 
sana y buena como estaba.

—No queremos la cordera 
de tu boca alobadada; 
que querernos tu pelleja 
pa'l pastor una zamarra, 
el rabo para correas 
para atacarse las bragas,
de tu cabeza un zurrón 
para meter las cucharas 
y las tripas pa vihuelas 
para que bailen las damas.

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