Manolo ha sido capaz de realizar una labor titánica a favor de los trabajadores y de las trabajadoras de la ONCE. Quería a su empresa, pero la ONCE siempre se portó con él como una mala madrastra. La ONCE tiene virtudes pero muchos defectos, entre ellos el impedir la libertad sindical plena.
Siempre estuvo al pie del cañón defendiendo el derecho de los discapacitados en general y de los trabajadores de la ONCE en particular, creyó en la ONCE como un instrumento para la integración social de los discapacitados, ¡de todos los discapacitados! y por los derechos sindicales, por todos los derechos sindicales.
Su compromiso militante hizo que sufriera todo tipo de represalias por su acción sindical, una de las últimas quitarle su quiosco de vendedor hace dos años, pero no se rindió, siguió, siguió y siguió.
Manolo representaba la dignidad de la actividad sindical, honesto, honorable y militante, cercano a sus compañeros y compañeras, visitaba a todos, uno por uno, no importando el lugar o el sitio de Extremadura donde se encontrara, ni tampoco la hora.
No siempre fue comprendido por alguno de sus compañeros y compañeras, que no entendían como podía resistir las cuantiosas tentaciones y prebendas que otorgaba el régimen de turno en la institución. Él tampoco podía comprender la persecución de la que era objeto todo lo que sonara a Comisiones Obreras en la ONCE.
Manolo era un buen compañero y un buen amigo, inconformista y exigente, pero cercano y cariñoso. Gracias Manolo por tu trabajo, por tu compromiso, por tu militancia, por tu vida. Tu ejemplo no se olvidará.